Viajar durante el embarazo



Aunque el viajar debe ser una actividad normal en la vida de cualquier mujer embarazada, es conveniente tomar algunas precauciones para evitar complicaciones.

La mujer embarazada al viajar debe evitar realizar desplazamientos largos, que le implican un mayor esfuerzo físico y psíquico; y elegir destinos que no incrementen los riesgos que para su salud, como malas condiciones higiénicas o riesgo de infecciones y contagios.

Ninguna embarazada debe tomar por su cuenta la decisión de iniciar un viaje prolongado y el consejo de su médico debe ser determinante.


Destinos de viaje no recomendados

El destino del viaje marca decisivamente la conveniencia o no de viajar. Está desaconsejado viajar durante el embarazo a zonas donde la presencia de enfermedades contagiosas sea endémica y exista obligación de vacunarse previamente. Las vacunas con microorganismos vivos o atenuados están contraindicadas en las embarazadas. Es el caso de las vacunas contra la fiebre amarilla, fiebre tifoidea, triple vírica, BCG y poliomielítica. Las zonas con paludismo endémico también están desaconsejadas para las embarazadas.

Por regla general, y no sólo en el caso de desplazamientos a destinos sanitariamente peligrosos, toda embarazada debe conocer de antemano las condiciones de los servicios de salud de la zona de destino para tener prevista cualquier incidencia. El estado de salud de la embarazada también influye a la hora de evitar los viajes.

No se deben hacer desplazamientos prolongados durante el embarazo en los siguientes casos: antecedentes de aborto, antecedentes de embarazos ectópicos, antecedentes de partos prematuros, anormalidades en la placenta, hemorragias vaginales, embarazo múltiple, hipertensión o diabetes y anemia severa.

Ten presente que en zonas a nivel del mar y de playa, al estar embarazada soportarás peor el calor, el bochorno y la humedad. Es muy importante mantenerte hidratada en todo momento y prevenir las bajadas de presión arterial.


Cuando se debe viajar

El periodo de menos riesgo para emprender un viaje es el segundo trimestre de embarazo, entre las semanas 18ª y 24ª; ya que el embrión ha superado las dificultades de implantación, el volumen del abdomen todavía no incomoda demasiado a la embarazada y hay menos peligro de sufrir un aborto espontáneo.

Entre las semanas 28ª y 34ª de gestación conviene evitar los desplazamientos largos, ya que la presión física y psíquica que conlleva un viaje de este tipo puede afectar al estado general de la embarazada.

Después de la 34ª semana es recomendable no moverse mucho, si bien esta no es una norma estricta. Debe ser el ginecólogo el que decida la conveniencia o no de iniciar un viaje en función del estado de la embarazada y la necesidad del desplazamiento.


Preparativos

Es bueno organizar la salida con antelación para evitar los preparativos febriles de última hora. Por supuesto, no hay que hacer esfuerzos, ni acarrear maletas ni bolsas.

Conviene llevar ropa cómoda (sin elásticos que puedan apretar y cortar la circulación), zapatos flexibles sin tacón, una chaqueta, por si el aire acondicionado juega una mala pasada, y un bolso ligero de mano con lo estrictamente necesario: pañuelos, útiles de aseo, algo para comer y una botellita de agua (es importante beber líquido frecuentemente). En los desplazamientos largos puede venir bien una almohada para las cervicales. Recuerde viajar con medias de compresión para facilitar la circulación sanguínea.

Las mujeres embarazadas tienen más predisposición a marearse cuando viajan, por lo que es bueno llevar a mano algo de comida, como frutos secos, galletas o alguna fruta. Para evitar las náuseas, lo mejor es chupar algo con glucosa, como caramelos. No se deben tomar pastillas, ni chicles, ni jarabes para prevenir el mareo sin consultar antes con el médico.

Durante el viaje beba regularmente, pero evite las bebidas con gas. Evite igualmente las comidas copiosas.


La documentación, en la maleta

Para prevenir sorpresas, antes de salir de viaje hay que hablar con el ginecólogo o la matrona y pedirle una carta que resuma el historial.

Hay que llevarse de vacaciones, aunque el viaje sea corto, un informe con los datos clínicos del embarazo, por si fuera necesario acudir a otro facultativo en el lugar de destino.

Conviene incluir una agenda con los teléfonos más importantes (familiares, amigos, servicios de urgencias, taxis, etc.) y un neceser con lo imprescindible en caso de parto prematuro.

Siempre hay que llevar a mano la documentación de los seguros médicos y de viaje. Conviene asegurarse una buena atención médica en el lugar de destino, por si surgiera algún problema o se precipitara el parto.


Elegir Medio de transporte

Al elegir el medio de transporte hay que considerar varias cosas: el tiempo que tarda en llegar al destino, la comodidad de los asientos, la movilidad que permite y el acceso a los aseo.


La comodidad del tren

  • Si tenemos en cuenta la movilidad, la forma más cómoda de viajar es el tren. Es fácil cambiar de posición durante el trayecto y levantarse a caminar de vez en cuando.
  • Se puede viajar de noche e incluso tumbarse y descansar, aunque algunas gestantes no toleran bien el traqueteo de las literas.
  • Los trenes de alta velocidad son la mejor opción porque son cómodos y hacen el recorrido en menos tiempo.

La rapidez del avión

  • Los viajes en avión no implican, en principio, ningún riesgo para la madre y el futuro bebé, aunque las mujeres con embarazos complicados o de riesgo no deben volar en los nueve meses.
  • El avión es uno de los medios de transporte más seguros para viajes largos.
  • Es preferible no volar en el último mes de embarazo por el riesgo de que se produzca una rotura de la bolsa o un parto prematuro. También, evite volar durante los 7 siguientes al parto.
  • La mayoría de las compañías aéreas ponen restricciones a las embarazadas de más de siete meses para evitar la posibilidad de que se presente un parto durante el vuelo. A partir de las 35 semanas de gestación, las aerolíneas exigen un certificado médico que confirme la fase del embarazo y la aptitud para volar de la pasajera. La futura madre debe firmar un documento que exima a la compañía de toda responsabilidad en caso de que surgiera algún problema relacionado con su estado durante el vuelo. Infórmese y/o consulte sobre estos requisitos con su aerolínea de viaje. 
  • Aunque en los aviones es difícil moverse, se recomienda pasear por el pasillo cinco minutos cada hora. Los viajes largos, sentadas en sitios con poco espacio, pueden provocar la aparición de una trombosis venosa. El embarazo aumenta este riesgo debido a la obstrucción de la vena cava por compresión del útero.
  • Al reservar la plaza conviene pedir un asiento de pasillo, que facilite la entrada y la salida, y que esté cerca del baño. Las zonas del avión más recomendables son la parte delantera y las que están sobre las alas, pues son las que sufren menor movimiento
  • El cinturón de seguridad debe colocarse por debajo del vientre, sobre las caderas.
  • Al abandonar el avión hay que evitar los empujones y posibles golpes con el equipaje de mano, por lo que, si la embarazada no puede salir de las primeras, conviene que espere y se quede la última.
  • Los detectores de metales que se usan en los aeropuertos son totalmente inocuos para la futura madre y su bebé.


En coche propio

  • El automóvil suele ser la mejor opción para los trayectos cortos, sobre todo si lo lleva otra persona. En los últimos meses de embarazo los médicos suelen desaconsejar la conducción.
  • Se recomienda parar cada dos horas como mínimo para estirar las piernas, ir al lavabo y caminar durante diez minutos.
  • Es obligatorio utilizar el cinturón de seguridad todo el trayecto. La cinta inferior debe colocarse por debajo del vientre, mientras que la parte superior del cinturón debe colocarse entre los pechos, cruzando uno de los hombros.
  • Cuando una embarazada viaja en coche es necesario evitar acelerones, frenazos, volantazos, giros bruscos y cualquier estilo de conducción agresiva, pues afectan tanto a la madre como al bebé.


Los menos aconsejables: autobús y barco

  • De todas las opciones, el autobús es el transporte menos recomendable. No suele tener baño, y si lo hay, es de pequeñas dimensiones. Las posibilidades de movimiento son mínimas (no se puede pasear, los asientos son estrechos...) y, además, realiza paradas de tarde en tarde.
  • Los viajes en barco se consideran muy poco aconsejables para una gestante por los vaivenes de las olas.
Si, a pesar de ello, vas a hacer un crucero, hay que evitar los programas demasiado cargados de actividades. Lo importante es reposar y relajarse y, por supuesto, no realizar ninguna excursión que pueda resultar peligrosa. Ten presente los siguientes consejos:
  • Evita la parte alta y la proa del barco, ya que son los lugares más propicios para el mareo.
  • Como el barco tiene balanceos laterales, las mejores butacas son las del centro.
  • Beber poco líquido y comer algo sólido (como frutos secos) que no produzca gases.
  • No ingerir bebidas alcohólicas.
  • Procurar respirar aire fresco y quitarse la ropa de abrigo si hace calor.
  • Mejor sentada que de pie, y aún mejor acostado, con los ojos cerrados.
  • No fije la mirada en objetos que se mueven.

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